Citas de Cicerón
en “Del supremo bien y del supremo mal”:
Libro I.
"(...)
Ignorar a nuestros poetas es indicio de una excesiva dejadez o de una remilgada
delicadeza." P.24.
"Demócrito
pienso que los (...) átomos, o sea, los cuerpos indivisibles por su solidez, se
desplazan en el vacío infinito, en el que no hay ni alto ni bajo ni medio ni
último ni extremo, de tal manera que en sus encuentros se unen entre sí
estrechamente, de donde se origina todo lo que existe y lo que se ve; y que ese
movimiento de los átomos no ha tenido principio alguno, sino que existe desde
la eternidad". P.60.
"Pero yo no
apruebo teorías comunes a ambos (Demócrito y Epicuro), de manera especial
aquella en la que, debiéndose investigar acerca de la naturaleza dos
cuestiones: la primera qué es la materia de la que todo se hace, y la segunda
cuál es la fuerza que lo produce; discurrieron sobre la materia, pero la fuerza
y la causa eficiente las pasaron por alto." P.60.
"Aunque yo
no apruebo estas teorías en manera alguna, me desagrada que Demócrito,
ensalzado por los demás, sea denigrado precisamente por el que le sigue como a
su único maestro". P.61...
"(...)Todo
ser viviente, tan pronto como nace, busca el placer y se complace en él como
supremo bien; pero detesta el dolor como supremo mal y, en cuanto le es
posible, lo aparta de sí". P.68.
"(...)
Censuramos y consideramos muy merecedores de un desprecio justificado a los
que, seducidos y corrompidos por los deleites de placeres momentáneos, no
prevén, cegados por la pasión, los dolores y trabajos que les esperan. Y son igualmente
culpables los que abandonan sus deberes por molicie, es decir, por evitarse
fatigas y dolores". P.70.
"(...)La
regla del sabio debe ser ésta: renunciar a placeres para conseguir otros
mayores, o soportar dolores para evitar otros más graves". P.70.
"Los que
ponen el supremo bien sólo en la virtud y, fascinados por el brillo de este
nombre, no comprenden lo que la naturaleza reclama, se verán libres de un error
grandísimo, si se deciden a escuchar a Epicuro. Pues esas mismas excelentes y
hermosas virtudes vuestras, si no produjeran placer, ¿quién las encontraría
laudables o apetecibles? (...) La sabiduría es, (...), la única que expulsa del
ánimo la tristeza y no nos deja sucumbir al miedo; bajo su magisterio podemos
vivir tranquilos, extinguido el ardor de todas las pasiones. Las pasiones son
insaciables, pues no sólo destruyen a los individuos, sino a familias enteras,
y con frecuencia trastornos a todo el Estado. De las pasiones nacen los odios,
las desuniones, las discordias, las sediciones, las guerras." P.76-77.
"(...) La
sabiduría, la templanza y la fortaleza están tan íntimamente unidas con el
placer, que no es posible, en manera alguna, desunirlas y separarlas de él. Lo
mismo cabe decir de la justicia, que (...) ayuda siempre algo a tranquilizar
los espíritus por su natural eficacia y, además, por la esperanza de que no ha
de faltar ninguna de aquellas cosas que puede desear una naturaleza no
depravada". P.80.
"(...) Ser
amado y querido es agradable porque hace más segura la vida y más completo el
placer." P.81.
"(...)El
cuerpo no puede sentir más que lo actual y presente, mientras que el alma
también (puede sentir) lo pasado y lo futuro". P.83.
"Los necios
se atormentan con el recuerdo de los males; los sabios se complacen en los
bienes pasados evocándolos con grato recuerdo." P.83.
"No puede
ser feliz un Estado en el que campea la sedición, ni una casa cuyos dueños
están en discordia; menos aún puede un alma, en discrepancia y desacuerdo
consigo misma, saborear porción alguna del puro y alegre placer". P.84.
"(...)Las
enfermedades del alma son los deseos inmoderados y vanos de riquezas, de
gloria, de dominio y también de placeres sensuales. Añádanse a esto los
disgustos, las molestias, las tristezas, que corroen y consumen con
preocupaciones los espíritus de los hombres, que no entienden que no debe hacer
sufrir al alma nada que no esté unido al dolor físico presente o futuro".
P.84.
"He aquí
cómo presenta Epicuro al sabio siempre dichoso: es moderado en sus deseos;
desprecia la muerte; sobre los dioses inmortales tiene, sin ningún temor,
conceptos verdaderos; no vacila, si le parece mejor, en abandonar la vida.
Equipado así, disfruta siempre del placer. Pues no hay ningún momento en que no
tenga más placeres que dolores." P.86.
"Si algún
dolor le sobreviene, nunca es tan fuerte que no tenga el sabio más motivos de
alegría que de angustia. Muy bien dijo Epicuro que la fortuna influye poco en
la vida del sabio, pues éste resuelve las cosas más importantes y difíciles con
su propio juicio y reflexión." P.86-87.
"Y así como
los odios, las envidias y los desprecios son contrarios a los placeres, así las
amistades no sólo los favorecen con absoluta seguridad, sino que también los
producen, tanto para los amigos como para sí mismas; y no sólo gozan con los
placeres presentes, sino que las alienta también la esperanza del tiempo
próximo y futuro". P.90.