Libro II.
"Pensaba
Zenón el estoico (...), que todo arte de hablar, como ya había dicho
Aristóteles, tiene dos formas: la oratoria, semejante a la palma de la mano, y
la dialéctica, semejante al puño, porque los oradores, decía él, se expresan
con cierta amplitud, y los dialécticos, con más concisión." P.106.
"Pero
Epicuro, (...), al despreciar la dialéctica, que es la única que abarca todo el
arte de conocer a fondo cuál es la esencia de cada cosa, de juzgar las
cualidades de todas ellas y de discutir con regla y método; se derrumba en sus
exposiciones (...), y no analiza de ningún modo lo que pretende enseñar".
P.106-107.
"Aristóteles
unió la práctica de la virtud con la prosperidad de una vida entera."
P.107.
"(...) Los
peripatéticos (...) sostenían que el supremo bien es vivir conforme a la
naturaleza, es decir, gozar de los primeros dones concedidos por la naturaleza,
añadiéndoles la virtud". P.118.
"(...) Hay
tres teorías del supremo bien carentes de moralidad: la primera es de Aristipo
o Epicuro; la segunda, la de Jerónimo; la tercera, la de Carnéades. Hay otras
tres teorías en las que figura la moralidad con algún aditamento: las de
Polemón, Califón y Diodoro; y una simple, cuyo autor es Zenón, que se basa toda
ella en el decoro, es decir, en la moralidad. Pirrón, Aristón y Erilo hace
mucho tiempo que no cuentan para nada. Los demás fueron consecuentes consigo
mismos, de manera que sus fines estuvieron de acuerdo con sus principios; así,
para Aristipo, el supremo bien es el placer; para Jerónimo, la ausencia de
dolor; para Carnéades, el disfrute de las inclinaciones naturales."
P.118-119.
"(...)Así
como el caballo ha nacido para correr, el buey para arar, el perro para
rastrear, así el hombre, como dice Aristóteles, ha nacido para dos cosas:
comprender y obrar, cual un dios mortal". P.121. Ahí critica a los
epicureos, diciendo: "Ellos han querido reducir a este animal divino a una
lenta y perezosa bestia doméstic nacida para el pasto y para el placer de la
procreación, opinión que me parece de todo punto absurda". P.121.
"(...)Juzguemos
feliz la vida, no por la exclusión del mal, sino por la obtención del bien, y
no busquemos la inacción, o con gozo, como Aristipo, o sin dolor como Jerónimo,
sino en la actividad y en la meditación". P.122.
"(...) No
debe afirmarse que algo es moral porque lo alaba la multitud". P.127.
"(...)
Leónidas, rey de los lacedemonios, se opuso a los enemigos en las Termópilas
con los trescientos hombres que había llevado de Esparta, a quienes había dado
a elegir entre una fuga vergonzosa y una muerte gloriosa". P.160.
"(...) Los
filósofos casi siempre mueren en sus lechos". P.160.
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