Mujeres acosadoras, violadoras, abusadoras y golpeadoras.
MUJERES
ACOSADORAS, VIOLADORAS, ABUSADORAS Y GOLPEADORAS.
(Artículo de opinión y análisis científico).
Por Lord
Stob.
Introducción.
De acuerdo con el feminismo, la
violencia sexual—llamada erróneamente como violencia “de género”—es
unidireccional, y siempre del varón hacia la mujer, puesto que para el
feminismo la mujer es un ser superior, puro e inocente, incapaz de hacer ningún
mal. De acuerdo con el feminismo, pasa algo muy curioso, pues la mujer es
autosuficiente, pero sin embargo, no quiere perder los privilegios que le
concede la caballerosidad de los varones, al mismo tiempo que despotrican contra
ese mismo “heteropatriarcado opresor”.
Además, el feminismo alega defender a las mujeres, pero las convierten
en bestias poco femeninas, que odian a los varones, quieren trabajar fuera del
hogar—pero sin perder sus privilegios—, desprecian las tareas domésticas
propias de su sexo (como cocinar, y lavar la loza y la ropa), son insolentes y
maleducadas, no se depilan, y en definitiva, atentan contra todos los
principios más básicos de la feminidad. En otras palabras, las feministas son
bestias; y como veremos en este artículo, bestias acosadoras, violadoras,
abusadoras y golpeadoras, tanto de varones como de otras mujeres.
Infelizmente, la violencia es algo
bastante común e intrínseco del ser humano, y por supuesto que hay varones
acosadores, violadores, abusadores y golpeadores; no niego eso. Sin embargo,
nadie parece estar preocupado en tratar el asunto de que también existe un gran
porcentaje de mujeres acosadoras, violadoras, abusadoras y golpeadoras.
Sencillamente la violencia perpetrada por la mujer hacia el varón, se
invisibiliza e incluso se llega a tomar como burla, ya sea en programas de
televisión, películas, series y también dibujos animados. Los medios se burlan
de la violencia contra el varón; un caso muy conocido, por ejemplo, era la
vieja serie cómica del Chavo del Ocho, cuando doña Florinda se la pasaba
golpeando a don Ramón, y eso a la gente le resultaba chistoso; otro ejemplo
típico es cuando en Naruto, Sakura le pasa golpeando a Naruto, y no en el
ámbito de una amistosa pelea ninja, sino que simplemente se trata de abuso
físico, mostrado de una forma chistosa. Y así los ejemplos podrían seguir y
seguir, mostrando como siempre que una mujer golpea a un varón, eso es
presentado por los medios como si fuera algo “chistoso”. Al contrario, si un
varón golpea a una mujer en un programa de televisión, eso es presentado como
algo despreciable. Y en verdad, tanto cuando un varón golpea a una mujer como
en el caso contrario, ambas cosas son igualmente despreciables; no tienen
ninguna gracia.
Naturaleza
posesiva de las mujeres.
Algunos analistas como Pulido
Mendoza, insinúan que sólo el llamado feminismo de la tercera ola es malo,
porque se trata de un feminismo radical o misándrico (1); sin embargo, la realidad es que
todo el feminismo es negativo. La mayoría de la gente suele creer que antes del
advenimiento del feminismo, existía una especie de “machismo”
institucionalizado, donde los varones tenían sometidas a todas las mujeres: ¡nada
más lejos de la realidad! La verdad es que, a lo largo de la historia, las
mujeres siempre fueron bastante privilegiadas y muchas veces, hasta
sobreprotegidas; y de ningún modo, antes del feminismo, las mujeres estaban
sometidas al varón. Simplemente el feminismo surgió para impulsar una economía
socialista y aumentar el poder del control estatal; el feminismo impulsó el
supuesto “derecho” al voto, y las mujeres tienen por lo general una naturaleza
más sentimentalista y sensible, por lo cual, siempre votarán más hacia la
izquierda, dejándose llevar por los engaños. Por eso es que el feminismo
sufragista surgió con la intención de que las mujeres votasen, pero para que
votasen hacia la izquierda, es decir, para promover políticas socialistas, para
incrementar el poder del Estado; para que las mujeres dejen de trabajar en el
hogar, cuidando de su familia, y pasen a trabajar para el Estado, al servicio
de éste.
En resumen, el feminismo sólo existe
para promover una agenda, en contra de la familia y en pro de otorgarle más
poder al Estado local y al Estado global, es decir, el mundialismo. Pero para
que funcione la ideología del feminismo—como toda ideología—necesita de un
enemigo; ese enemigo ficticio, el cual lo han creado para presentarlo como la
antítesis o el adversario, es el denominado “machismo”. Pero antes del
feminismo, no existía machismo; sino que éste en realidad no existe. No pasa de
una construcción social impuesta por el propio feminismo, para tener un motivo
por el cual justificar su violencia.
Según Pulido Mendoza, “hay una
contradicción entre la demanda femenina por el control de su cuerpo y su
exigencia a los hombres para que asuman las consecuencias del ejercicio de su
sexualidad” (1); esto es una confesión de que las
feministas desean controlar el cuerpo y las acciones de los varones, por lo
cual, esto demuestra que el feminismo es un supremacismo, derivado del
supremacismo judío, como explica el doctor David Duke. (2) Además, por supuesto que es un
absurdo eso de afirmar que las mujeres no puedan controlar su propio cuerpo,
cosa que siempre lo hicieron.
El hecho es que las mujeres en
general siempre han sido bastante posesivas y obsesivas por controlarlo todo,
al punto de creer que los niños tenidos por ellas, son como si fueran una
extensión de su propio cuerpo. Por eso, es que las feministas cuando defienden
el asesinato de un bebé no nato—un feto o embrión—ellas no lo defienden a ese
asesinato de forma explícita, sino que lo disfrazan bajo la falacia del
“derecho” de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo. Eso es porque para la
mentalidad femenina genérica, el embrión, feto o incluso el niño ya nacido, no
es un individuo independiente, sino que no pasa de una cosa, una parte más del
cuerpo de la mujer. Por eso es que la propaganda a favor del genocidio del
aborto inducido, tiene tanto éxito: porque sencillamente, el mundo se ha dejado
dominar por la mentalidad posesiva común de las mujeres. El feminismo no ha
hecho más que exacerbar esa mentalidad posesiva típica de las mujeres en
general.
De hecho, yo de niño, siempre
recuerdo en cuanto a mis dos progenitores, que la persona más posesiva y
controladora era mi madre, no mi padre. Recuerdo una anécdota de una vez cuando
era joven menor de edad—lo que se llama vulgarmente como “adolescente”—y fuimos
con unos amigos a pescar a la orilla de un río, y volvimos tarde, ya de noche;
habíamos ido a unos montes y recuerdo que mi madre se preocupó mucho, por algo
tan trivial como eso; e incluso recuerdo que la madre de un amigo fue peor y se
preocupó todavía más. Algo que francamente no tenía ningún sentido, puesto que
otros compañeros nuestros concurrían a esos antros de perdición a los cuales se
les llama “bailes”, cosa que yo nunca fui; pero el punto es que esos “bailes”
terminan a la mañana siguiente, y nosotros sólo habíamos ido humildemente con
unos amigos a pescar; además, para una tarea del liceo, no era por bobear ni
nada; y regresamos si mal lo recuerdo a eso de las diez de la noche. Entonces,
¿no notan la contradicción maternal aquí? Las madres comunes no se preocupan
por que su hijo menor de edad concurra a esos antros de perdición denominados
“bailes”, pero sí se enloquecen de preocupación, cuando vienen de noche de un
monte, a la orilla de un río, sólo porque fueron a pescar, y todavía, para
hacer una tarea del liceo. Obviamente, cae de maduro que los peligros de que
unos jóvenes varones pesquen por la noche, a la orilla de un río, alrededor de
una fogata, son mínimos comparados con el hecho de que unos jóvenes varones concurran
a esos antros llamados “bailes”, para moverse de forma demoníaca, bajo el ritmo
de música africanizada y diabólica, al tiempo que consumen alcohol, drogas y
entran en riesgo de fornicar con mujeres, menores o mayores de edad.
La mujer común, en general, eso es
lo único que le interesa: centra toda su vida en torno a su vagina; al tiempo
que luego tiene la caradura de acusar a los varones de lujuriosos. Las niñas de
nueve años ya tienen ganas de concurrir a “bailes”, mientras que los niños de
esa edad, sólo tienen ganas de jugar a las batallas, sea con soldaditos o con unas
armas de juguete. Incluso, cuando los niños varones entran a la secundaria,
ellos siguen siendo niños; pero las niñas de la secundaria, ya no son tales,
sino que son mujeres, porque ya menstrúan y piensan de forma lujuriosa. Es muy
evidente que la secundaria uruguaya, está pensada y centrada en función de la
mujer, no del varón.
Además, tengamos en cuenta un hecho
muy típico y común: las madres son las mayorías de las que pegan a sus hijos, y
no los padres. Según las películas y principalmente las telenovelas, se supone
que el golpeador de niños es el padre; pero la realidad más común de todas, es
que las que suelen no tener paciencia con los niños y golpearlos, son las
madres. Yo me imaginaba—pues según lo decía la televisión—que, en tiempos pretéritos,
eran los padres, quienes disciplinaban a sus hijos; pero ahora veo que quizás
eso nunca haya sido tan así. Pues es como dije anteriormente: las mujeres ven a
sus hijos como sus posesiones, e incluso, como partes de ella misma; mientras
que los varones no, sino que los padres ven a sus hijos como seres individuales
e independientes. ¿Quién no sabe que el padre siempre suele decir “déjalo que
lo intente sólo, a ver si aprende”, mientras que la madre suele decir “no, que
no lo intente, pobrecito, que es peligroso”? La madre pues, siempre tiende a la
sobreprotección del niño y esa sobreprotección y control, se da en virtud de
que ella piensa inconscientemente que su hijo es una parte integral de ella.
Pero aclaro que esto todo, la mujer
no lo hace por mal. No estoy diciendo que ese comportamiento femenino sea intrínsecamente
malo, sino que meramente estoy describiendo la naturaleza posesiva femenina.
Tampoco estoy afirmando que esté mal que los padres deban disciplinar a sus
hijos, en ocasiones llegando al punto de darles palmadas. Yo personalmente,
prefiero evitar esas cosas a toda costa, porque pienso que, si el niño se porta
mal, hay que hablarle y educarlo con ternura; pero comprendo que a veces,
pueden hacer cosas muy graves y es necesario disciplinarlos.
Con los ejemplos antes mencionados,
vemos un caso normal de madres que cuidan bien de sus hijos, aún teniendo su
típica mentalidad femenina posesiva de “pobrecito mi hijo, que no le vaya a
pasar nada, porque si no yo me muero”. Y yo pienso en general, dirigiéndome a
todas las madres: “no, señora madre, si le pasa algo malo a su hijo, usted se
va a sentir muy triste, pero no se morirá; su hijo y usted, son dos personas
distintas”. Así pues, vemos que la ligazón o apego entre madre e hijo o hija,
es bastante mayor al apego entre padre e hijo o hija.
Abuso físico y
sexual hacia niños y adultos.
Ahora bien, pasemos a otro asunto
más espinoso. Una cosa es que la mujer en general sea de naturaleza posesiva,
sobreprotectora y controladora; pero otra cosa muy grave es que el feminismo
atente en contra del varón, al tiempo que exacerba esa naturaleza posesiva,
sobreprotectora y controladora de la mujer.
Si una mujer es normal y no es feminista,
ella estará bien protegida y contenida en su naturaleza, por un varón que por
ejemplo es su marido. Sin embargo, sucede que actualmente el Estado
incentiva el divorcio
(*), como expliqué en un artículo anterior; y se estimula a que ahora las
mujeres sean “jefas de hogar”, y así, exacerban la naturaleza normal de las
mujeres a un punto patológico. Llegado a ese nivel, es cuando se
institucionaliza el abuso femenino hacia el varón y también hacia otras
mujeres. Dicho abuso, comienza principalmente por abuso hacia los niños, pero
luego también se puede extender para el abuso hacia adultos. Porque está bien que la mujer cuide
de sus hijos, y que los discipline de vez en cuando, en los momentos en que se
portan mal y merecen una buena palmada; sin embargo, cuando se pasa a la
violencia pura y sin sentido, maltratando a su propio hijo, reventándolo a palo
o sometiéndolo a tratos humillantes y degradantes, ahí ya ingresamos en el
territorio del abuso físico. Y este tipo de abuso, es muchísimo más frecuente
en las mujeres hacia los niños y niñas, que en los varones hacia niños y niñas.
También, diferentes cifras en
diversos estudios han demostrado que el porcentaje de niños abusados
sexualmente por una mujer, pueden variar entre el cinco y el veinticinco por
ciento, del total de casos de abusos sobre menores en el mundo. (1) Entre esos abusos sexuales, los
más comunes son cuando las mujeres imponen a los varones de bajas edades, a que
tengan relaciones sexuales con ellas; dichos tipos de abusos son ocultados bajo
la etiqueta de “iniciación sexual temprana”, pero una cosa es que un varón por
más que sea chico, quiera fornicar de forma voluntaria con una mujer, pero otra
cosa muy diferente es que esa mujer lo acose, lo intimide y lo imponga a que se
acueste con ella. En ese último caso, estamos ante un típico caso de abuso por
parte de la mujer; un abuso que se invisibiliza, por todos los medios, y no
sólo por culpa de las mujeres, sino por culpa en general de los propios
varones, quienes—tornándose “feministos”—intentan minimizar el hecho, y
alegar luego que en verdad ellos querían fornicar, pero como eran tímidos y no
se animaban, dejaron ser abusados por una mujer mucho mayor que ellos.
Y reitero, para mí no hay ningún
problema—salvo mis motivos religiosos, que estoy en contra de la
fornicación—que un varón quiera de forma voluntaria tener relaciones sexuales
con una mujer, sea menor o sea mayor (o mucho menor o mucho mayor) que él; para
mí la edad es irrelevante; lo importante es que sea voluntario. Pero sucede
que, en muchos casos, las mujeres acosan a los varones y los coaccionan a tal
punto, que terminan abusando sexualmente de ellos.
De hecho, según estadísticas de los
Estados Unidos de América—en el año 2010—entre un sesenta y setenta por ciento
de los varones víctimas de acoso o de abuso sexual, fueron perpetrados por mujeres.
Esto significa que el resto de los abusos hacia varones, fueron cometidos por
otros varones, de índole homosexual. Esto quiere decir, que la mayoría de los
abusos hacia varones, de acuerdo con esa estadística, son de índole
heterosexual; es decir, mujeres que abusan sexualmente de varones. También, se
ha calculado según datos entre los años 2010 y 2013, que alrededor de un
treinta y cuatro coma siete por ciento de las agresiones sexuales violentas
contra varones en Estados Unidos, fueron perpetradas por mujeres. Es decir, que
casi un cuarenta por ciento de los varones violados, en ese país en ese
período, fueron violados por mujeres. Por ende, el restante porcentaje, fueron
violados por otros varones, lo cual es también otro punto negativo para la sodomía.
(1)
Lo triste, es que las violaciones
hacia los varones, se las invisibiliza, y la prensa en general, hace de cuenta
como que no existen. Es cierto claro, que un alto porcentaje de esas
violaciones contra varones, también son cometidas por otros varones; pero es
muy considerable el porcentaje de mujeres que violan varones. Y además,
recordemos que las cifras de esas referencias, son sólo de Estados Unidos y en
un período acotado. En otros países y en otros períodos, puede ser que la cifra
de violaciones de mujeres hacia varones sea aún mayor. También, es verdad que
hay muchas mujeres que violan a otras mujeres, es decir, lesbianas violadoras.
Incluso, se sabe que el grado de agresividad o brutalidad en esas violaciones
hechas por mujeres—sea hacia varones u otras mujeres—no es necesariamente
menor, por ser de sexo femenino. Así pues, Pulido Mendoza asevera: “las mujeres
pueden ser depredadores sexuales, incluso violentas y estar involucradas en un
amplio espectro de actos de abuso sexual”. (1)
Así entonces, si bien yo no tengo
idea de lo que es sufrir un abuso sexual ni una violación, he de confesar que
sí he sido víctima de acoso sexual, hace muchos años, cuando concurría a la
secundaria: en aquellos tiempos, unas compañeras de clase y también una
compañera de un grado mayor que el mío, durante un considerable tiempo me
acosaron sexualmente, molestándome para que yo sea novia de ellas (en total,
eran como seis mujeres) y yo les decía en reiteradas ocasiones que no estaba
interesado en ellas; pero ellas insistían en acosarme e insistir con lo mismo.
Obviamente yo les dije eso a mis padres en su época, pero ellos no me hicieron
mucho caso, sino que minimizaron el hecho, tanto mi madre como mi padre. Si
bien, en aquellos momentos, yo mismo intenté disminuir la magnitud de esos
hechos; ahora me doy cuenta de que realmente fui víctima de acoso sexual.
Entonces, yo si fuera a tener la misma actitud que las mentirosas feministas,
que denuncian a (((Weinstein))), treinta años después por supuestos abusos o
acosos sexuales, yo también podría decir “me too”, sólo que por supuesto, mi
“me too”, más verdadero que el “me too” de ellas, sería completamente
ridiculizado.
Siempre que la violencia o el acoso
es ejercido de la mujer hacia el varón, esos hechos son ridiculizados por el
feminismo: no sólo por las mujeres feministas, sino por los varones feministos,
y por todos los medios en general.
Por supuesto que, de todos modos, mi
caso fue leve, porque sólo fui un chico molestado por unas compañeras que me
importunaban para que yo fuera novio de ellas y yo no estaba interesado; pero
igualmente, eso—aunque leve—no deja ser un caso claro de acoso sexual por parte
de la mujer hacia el varón. Y para mí la verdad es que, en aquel entonces, me
resultaba muy molesto que vinieran unas mujeres y me molestasen todo el tiempo,
para que yo fuera su novio; ciertamente, si me lo hubieran dicho una vez y yo le
dijera no, y lo entendieran, eso no tendría nada de malo; pero ellas realmente
me acosaban todo el tiempo, y eso no era chistoso ni es para ser tomado a la
ligera. En verdad me hacían sentir mal, y no sólo por el hecho de que,
particularmente, yo no estaba interesado en ninguna de ellas; sino porque me
sentía un poco mal, porque mi rechazo hacia ellas, me hacía quedar mal con mis
compañeros varones, porque estos podían pensar que yo era homosexual. Por
supuesto, si ahora mujeres me acosaran y yo las rechazara y mis compañeros
varones de trabajo, llegasen a pensar mal de mí, de que soy un maricón,
francamente no me importaría en lo más mínimo, porque ahora soy adulto mayor de
treinta años y de criterio formado; pero en aquella época, era un menor de edad
y todavía tenía la mentalidad un poco inmadura—aunque obviamente mucho más
maduro que aquellas mujeres estúpidas acosadoras—como para importarme en algo
lo que dijeran los demás sobre mí. Ahora como pueden ver, me importa tres
pepinos lo que opinen o rebuznen los demás de mí, y por eso es que realizo esta
confesión de que yo fui víctima de acoso sexual.
También me resultó muy molesto
aquellos acosos sexuales, por el hecho de que luego yo me di cuenta que por lo
menos dos de aquellas acosadoras sí me resultaban bonitas, pero yo en aquel
momento no quería nada con ellas, porque me gustaban otras chicas, que eran más
chicas que yo, pero en realidad, yo tampoco tenía la intención de decirle nada
a nadie, porque, de entrada, simplemente por aquella época no estaba para nada
interesado en relaciones románticas con nadie (y la verdad es que ellas no
querían relaciones románticas serias conmigo, sino sólo acostarse conmigo).
Sólo me interesaba estudiar, leer y principalmente jugar y divertirme. Lo
irónico de todo esto, es que recién luego de los veinticinco años, es que yo me
comencé de forma lenta y paulatina, a preocuparme por procurar alguna relación
romántica con alguien (eso sí, siempre seria; nada de fornicar); y tristemente
para mí, llegado a este punto, he sido rechazado por al menos dos mujeres
estúpidas, a las cuales francamente pienso, que si yo hubiera sido novio de
ellas y luego marido, les hubiera hecho un gran favor; pero al fin y al cabo,
eran mujeres estúpidas. Y así pues, ¿cómo es la cosa en todo esto?: cuando
ellas tienen ganas, ¿son libres para acosar, sin que nadie las juzgue?, pero
cuando yo, humildemente quise ser novio de una chica a la que realmente me
gustaba—por una semana, literalmente, me enloqueció (véase La Semana Robada)—entonces, ahí
resultó que yo era—según sus propias palabras—un “obsesivo”, y por poco casi me
llama de “acosador” a mí, cuando en verdad fue ella quien me “acosó”, aunque en
ese caso, con mi consentimiento… En fin: ese el resumen del punto al cual el
feminismo han convertido a las mujeres: unas locas desquiciadas. (3) Entonces, yo habiendo sido víctima
de acoso sexual, y notando que eso no fue para nada agradable; me imagino que
mucho menos agradable y mucho más terrible, hasta el punto de ser traumático,
puede llegar a ser el abuso o la violación sexual.
Mujeres
violadoras.
Vemos cómo en realidad, muchas
mujeres son abusadoras y violadoras, no sólo de niños y jóvenes menores de
edad, sino también de adultos. Por ejemplo, según una investigación de Lara
Stemple—directora del Proyecto de Derecho de Salud y Derechos Humanos de la
Universidad de California—ella misma siendo feminista, descubrió datos
incómodos que desafiaban sus propias convicciones; y así, encontró que nada
menos que el treinta y ocho por ciento de las víctimas de violaciones
perpetradas por mujeres, eran varones. (4)
Entonces
la señora Stemple comenzó a realizar una gran investigación: por ejemplo, según
las legislaciones de Estados Unidos—y en muchos otros países—parecería ser que
las mujeres no violan, sino que todo siempre es culpa de la penetración del
varón con su órgano copulador, hacia una mujer. Parecería ser, que a nadie se
le ocurriría pensar que las mujeres podrían obligar a varones a que ellos las
penetren, ni tampoco que las propias mujeres podrían penetrar a los varones con
algún instrumento a modo de pene artificial. Por eso, la periodista Raquel
Márquez declaró: “Si ser obligado a penetrar a otro (por ejemplo, a punta de
arma blanca) es violación, el violador no tiene por qué ser un hombre”. (4) En efecto, el violador puede ser
tanto varón como mujer. La realidad es que hay varones que violan mujeres,
varones que violan varones, mujeres que violan mujeres y mujeres que violan
varones. Todas las combinaciones son posibles; ¿por qué la estupidez de creer
siempre que la violencia es unidireccional desde el varón hacia la mujer?
En
ese sentido, la periodista Hanna Rosin—autora del libro Cuando los hombres
son violados—realizó una revisión del estudio de Stemple, llamado Los
abusos contra hombres en América, nuevos datos que desafían los viejos
prejuicios. Allí decía Rosin: “En algunas formas de acoso, hombres y
mujeres tienen experiencias básicamente iguales”. (4)
Así,
continuando con la investigación de la Universidad de California, Stemple
descubrió un porcentaje de sesenta y ocho por ciento de mujeres violadoras,
siguiendo datos extraídos del The National Intimate Partner and Sexual
Violence Survey, una estadística muy oficial, dirigida por el Centro para
el Control y Prevención de Enfermedades (CDC). Agregó además que, si dejamos de
centrarnos en el asunto de la penetración—porque claro, según las feministas vaginocéntricas,
todo es por culpa del pene—y nos fijamos en otras formas de abusos y acosos, el
porcentaje de asaltos sexuales protagonizados por mujeres, aumenta todavía más:
el setenta y nueve coma dos por ciento de las víctimas masculinas refiere que
su ataque lo había protagonizado una mujer. Además, un veintiocho por ciento de
incidentes de asalto sexual contra varones y un treinta y cuatro coma siete por
ciento de las agresiones violentas hacia ellos, fueron perpetradas por mujeres.
(4)
Ahora
bien, Stemple también comprobó que al igual que en los casos de varones
violadores que violan mujeres, y estos se defienden alegando que “la mujer
provocó, porque tenía la falda demasiado corta”; del mismo modo, las mujeres
violadoras también se defienden con argumentos similares, como que los “varones
exageran” o “dieron señales confusas” o incluso que “al principio querían, pero
luego se arrepintieron en pleno acto sexual y por ende, ahí ella no lo podía
dejar parar” … (4) Vemos pues, que el comportamiento
humano de índole violenta es bastante curioso: todos los violadores procurar
justificar sus acciones violentas, alegando que en realidad fue culpa de la
víctima.
Sin
embargo, las agresiones cometidas por mujeres no siempre son leves. Stemple
también consultó a la Encuesta de Crímenes Sexual Nacional Estadounidense—la National
Crime Victimization Survey—la cual se encarga de contabilizar los crímenes
sexuales violentos, concretamente. Analizando esos datos, entre los años 2010 a
2013, Stemple y colaboradores encontraron que un veintiocho por ciento de los
incidentes de asalto sexual contra varones se achacaron a agresoras femeninas
en solitario. Un cuatro coma uno por ciento de las veces, las mujeres
agredidas, habían sido violadas por otras mujeres. Y además, hasta un treinta y
cuatro coma siete por ciento de las agresiones violentas contra varones, fueron
perpetradas por mujeres.(4)
También, Márquez declaró: “Hay un prejuicio
extendido que es obviamente falso: que los hombres están siempre preparados
para aprovechar cualquier oportunidad sexual”. (4) Esto es muy cierto, realmente: ¡cuántas
veces yo mismo he tenido la oportunidad de aprovechar una oportunidad sexual!,
pero no lo he hecho, y no hablo precisamente de oportunidades involuntarias,
sino de oportunidades en que las mujeres se insinúan.
Además,
Márquez declara: “Una imagen prácticamente inevitable al pensar en esto, es
la de las violaciones a hombres en prisión, un tema que en la ficción hemos
visto a menudo en tono de comedia. La famosa pastilla de jabón en las duchas es
una de las pocas imágenes que nos ofrecen los servicios de compra de fotos por
internet, al introducir ‘hombre violado’. Pues bien, aquí los hallazgos de las
investigaciones estadísticas son aún más impresionantes en relación al tópico.
Según datos del Boureu of Justice Statistics under the Prison Rape Elimination,
un organismo que trata de eliminar la violación en las cárceles americanas,
‘los abusos sexuales cometidos por mujeres, tanto por las trabajadoras de
prisiones como por las presas, son mucho mayores que los cometidos por
hombres’. Otro titular es que, siendo una presa, ‘es mucho más probable sufrir
abusos sexuales de otra mujer que del personal masculino’”. (4) Como vemos, y esto es muy típico
de Uruguay: la burla sistemática hacia el varón preso violado; parecería ser
que, según la gente común, está bien que violen a los varones en las cárceles,
y eso lo justifican a menudo, porque esos varones presos en cuestión, están en
prisión precisamente por ser violadores. Y eso es una tontería, además de una
maldad muy grande—es venganza, no justicia—ya que, si una persona violó a otra,
no por eso esa persona merece ser violada. No, por supuesto que no debe ser
violada.
Por
eso, el delito de la violación se continúa reproduciendo, y de una manera
siendo justificado a modo de burla, como si se tratase de una broma. Además,
que una persona vaya a la cárcel, puede ir por cualquier delito, no sólo por
violación. ¿Le parece bien al pueblo, que una persona que por ejemplo es
ladrón, asesina o estafador, sea violada en la cárcel? Eso es una maldad tremenda.
Nada justifica las violaciones intracarcelarias.
Por
otra parte, vemos también en el estudio, un dato muy interesante, por el cual
yo siempre sospeché eso de que—al menos en los países desarrollados o
medianamente desarrollados como Uruguay—en realidad no hay o casi no se dan
casos de violaciones carcelarias; sin embargo, esos datos son de Estados
Unidos, pero quizás haya más violaciones carcelarias en ese país que en
Uruguay. La cuestión es que, en cierto sentido, mis sospechas se confirman: las
mujeres son más violadoras en las cárceles que los varones; y como bien dice el
dato: las mujeres en las cárceles de mujeres, son más propensas a ser violadas
por otras mujeres, tanto compañeras de prisión, como horriblemente, por
funcionarias de la prisión, lo cual debe darnos un pantallazo del punto al cual
puede llegar la corrupción feminista. Esto también nos da la pauta de otra información
interesante: las mujeres son más propensas a la homosexualidad que los varones;
y esto quizás también se relacione con el hecho de que en general, para todos
aquellos que rechazamos la homosexualidad, incluyendo a mí mismo, me resulte
menos asquerosa, la homosexualidad femenina que la masculina.
Siguiendo
con el estudio de Stemple, Márquez agrega: “En un estudio de 2012 con datos
del United States Census Bureau, que analizaba los asaltos sexuales, se contó
con una muestra de cuarenta y tres mil adultos, hombres y mujeres, a los que se
preguntó si alguna vez habían abusado sexualmente de alguien, obligándolo a
tener relaciones contra su voluntad. El cincuenta y seis coma cuatro por ciento
de los que contestaron que sí, eran hombres. El restante cuarenta y seis por
ciento, cerca de la mitad de la muestra, eran mujeres”. (4) Por supuesto, ese estudio fue sólo
una muestra y no podemos saber a ciencia cierta, en definitiva, en todo el
mundo, si quienes violan más son varones o mujeres; pero el punto de todo esto
es: las mujeres también violan, y lo hacen en un porcentaje elevado, el cual es
bastante ignorado por los medios de comunicación y la opinión pública.
Mujeres
golpeadoras y dominadoras.
Asesina
brutal Nahir Mariana Galarza, quien dio muerte a su ex novio Fernando
Gabriel Pastorizzo, el 29 de diciembre de 2017. Fue condenada a cadena
perpetua. Si estuviera en CELTIC, se le daría pena de muerte.
No
cabe dudas de que la violencia sexual femenina es un hecho, y mi hipótesis es
que esto es consecuencia directa del feminismo; es decir, es por culpa del
Estado, con sus políticas públicas de poner a unos contra otros, y generar
luchas de clases, de sexos, de razas, etcétera.
Según
un estudio del año 2008, de la Universidad de Guadalajara, es obvio que existen
mujeres que son violentas con los varones; y esa violencia tiene exactamente
los mismos efectos que cuando las mujeres son las víctimas. Según Meter
Berliner, director del Center For International Traumatic Stress Research
And Practice, de la Universidad de Copenhague, los varones también pueden
presentar daños psicológicos y físicos, además de perder dignidad. Él declaró:
“Cuando vivía en Groenlandia tuve una experiencia así. Una noche un amigo
llamó a mi puerta. Estaba aterrorizado porque su mujer, que era menudita, tenía
un cuchillo en la mano y quería clavárselo. Él era más fornido y alto que ella.
Por lo general se piensa que la violencia la ejercen los hombres para con las
mujeres; entonces cuando alguno habla de esto, es ridiculizado por sus amigos y
compañeros. Se impone la cultura del silencio, el cual hay que contrarrestar,
hay que crear las condiciones propias para que estas personas puedan hablar”.
(5)
En
ese sentido, José Navarro Góngora, director del máster de intervención en
psicoterapia, de la Universidad de Salamanca, señaló en el I Congreso
Internacional de Terapia Familiar: “En cuanto a la violencia que prevalece
en los ambientes juveniles, las mujeres son más peligrosas que los hombres.
Ellas no tienen inhibiciones en torno a ésta por la cultura de la igualdad, y
al verse menos fuertes utilizan instrumentos punzo cortantes. Por ejemplo, ven
una navaja y la clavan, mientras que un chico reacciona dando un puñetazo”.
(5)
Según
informó Infobae, González, titular del Centro de Prevención y Asistencia de la
Violencia Familiar y Social, “en la convivencia se puede llegar a niveles
muy altos de agresión, que pueden terminar hasta la muerte; por eso
consideramos que no contar una realidad es taparla y los que más sufren son los
hijos de la pareja”. Según esa especialista mujer, no se trata de una
cuestión de “género” (en realidad, sexo), sino de “proteger a la familia”; esto
es, la violencia intrafamiliar, hay que combatirla, independientemente de si es
por parte del varón o de la mujer. (5) Y agrega: “Contrario a la actitud
masculina, la mujer no pide tantas disculpas como el hombre, ya que con su
personalidad domina la situación y es muy firme en sus convicciones, y es el
hombre el que se ve doblegado”. (5)
Como
vemos, esta investigadora tiene toda la razón: al parecer, el feminismo ha
exacerbado cierta arrogancia femenina intrínseca, al punto de que la mujer
feminista carece de capacidad para pedir disculpas por sus errores, y ya no
contenta con acosar, abusar y violar, ya también parte hacia la agresión física
pura, y domina toda la situación, golpeando a su pareja. Incluso, se pueden dar
casos tan extremos, donde la esposa no sólo golpea al varón, sino que luego
tiene la desfachatez de denunciar que ella es la que estaba siendo golpeada por
su marido. Un caso paradigmático de esto, es el caso de Nahir Galarza, la
inmunda feminista asesina argentina, quien mató a su novio, porque él la dejó y
ya no quería saber nada de esa loca; se comprobó que ella no sólo lo
chantajeaba, sino que también lo golpeaba, pero después las feministas
defensoras de la asesina, estaban defendiéndola alegando que ella era
supuestamente golpeada por su novio.
También
agregó esta doctora a Radio 10, una declaración muy interesante: “Si bien en
el hombre es más difícil darse cuenta de que es agresivo, a la mujer se le nota
más porque tiene un carácter fuerte, es tan dura afuera como lo es en su casa
también; es decidida y tiene reacciones violentas con los demás; por eso es más
fácil verla o reconocerla”.(5) Esa doctora que es médica y
psicóloga, siendo ella mujer, nos da un consejo a todos los varones, en ese
sentido; así pues, debemos alejarnos de las mujeres con carácter fuerte, así
como también de las mujeres decididas. Me parece un buen consejo, dado por esa
doctora; en mi caso, detesto las mujeres de carácter fuerte, porque obviamente
detesto las feministas. Sin embargo, debo decir que sí me agradan las mujeres
decididas para ciertas cosas, aunque no decididas en general. Si una mujer es
decidida en términos genéricos, me da igual, aunque para seguir los consejos de
esta doctora, voy a desconfiar de ellas. Sin embargo, por supuesto que sí voy a
seguir deseando, una mujer que sea decidida para comprometerse conmigo, casarse
conmigo y en definitiva—que es lo que más importa para la reproducción y
engrandecimiento del género humano—que esté loca por ir a la cama conmigo.
Por
ello, los varones debemos alejarnos también de mujeres estúpidas que vienen con
mieditos tontos y mojigatería hipócrita, como la única novia que tuve hasta
ahora (3), la cual me rechazó insultándome,
luego de que ella se obsesionó conmigo y prácticamente me acosó. Ahora me doy
cuenta de que aquella mujercita era demasiado dominante, pero cuando llegaba la
hora de la seriedad, se hacía la mojigata y puritana; eso realmente es una
burla por parte de las mujeres. Tal vez sería señal de una mujer golpeadora, y
no sólo de una “zorra”, como pensé en un primer momento, tras la ruptura. Igual
aclaro que quien la dejó del todo fui yo, porque a mí ninguna mujer se va a
venir creyéndose la gran cosa, como para dejarme a mí: quien deja soy yo; eso
obviamente, antes de casados, porque después de que una mujer se case conmigo,
no hay su tía: se tendrá que aguantar conmigo hasta que la muerte nos separe.
No hay divorcio que le valga, porque el divorcio es un instituto perjudicial
impuesto por el Estado, una ruina para la familia y la sociedad occidental; y
por supuesto, una estafa al varón.
Ahora
bien, las mujeres que son golpeadoras, también suelen ser muy dominantes; y lo
peor de todo esto, es que algunos varones feministos—mendigantes de
coño—se han creído el cuento de que la dominación
femenina o femdom (**), es algo erótico y bueno, que es atractivo y sexy.
Pues no, ¡no lo es! La dominación
femenina es una práctica aberrante y satánica de índole feminista, en la cual
la mujer domina sexualmente y tortura psicológicamente al varón. Recordemos que
las agresiones femeninas, no necesariamente son golpes físicos, sino también
otros tipos de agresiones psicológicas, como por ejemplo, el chantaje
emocional; pero también, las agresiones femeninas se pueden institucionalizar
dentro de una pareja, bajo el disfraz de un supuesto “juego” erótico, como lo
es el femdom. En éste, habitualmente a la mujer dominante se la llama
domina, ama o dominatriz, dependiendo del contexto o de las preferencias personales.
Una dominatriz no tiene necesariamente que dominar a un compañero masculino,
sino que puede tener también una mujer sumisa, aunque a esa relación, en
inglés, se la llama lezdom, lo cual es homosexual lesbiano; como vimos
en los ejemplos típicos de las cárceles femeninas, más atrás. Todas
estas prácticas son promovidas por el judío internacional, para destruir la
familia y la moral cristiana, poniendo a la mujer como dominante y al varón
como sumiso, cuando la Santa Madre Iglesia enseña lo contrario, pero desde un
punto de vista positivo.
Inclusive
en el denominado femdom, las mujeres no sólo golpean, escupen o humillan
al varón (lo cual es terrible violencia doméstica feminista), sino que también
usan un pene artificial para penetrarlo de forma sodomítica; y por supuesto
todo esto constituye un pecado mortal contra natura, que merece pena del
infierno. Todo esto es algo muy común en el feminismo, donde las mujeres son
machonas hombrunas que desprecian al varón (son homosexuales lesbianas) y está
diseñado para burlarse de la moral cristiana que dice que el varón debe ser el
dominante.
El
objetivo del femdom es convertir al varón en un afeminado, para que así,
no se reproduzca y se baje la población mundial; cabe destacar que el feminismo
con el femdom es algo ampliamente promovido en el actual Occidente
degenerado y decrépito, y eso constituye parte del famoso plan Kalergi (***), para
exterminar a la raza aria. El femdom constituye una contundente prueba
de la violencia feminista en contra del varón, principalmente el varón blanco,
cristiano y occidental. Supuestamente
muchos varones se someten “voluntariamente” a estas prácticas aberrantes,
pensando que ser sumiso les va a dar “placer sexual”, pero esto no pasa de una
lujuria asquerosa, que no trae ningún verdadero placer, sino sólo dolor y
humillación; por eso es que los varones no deben caer en el engaño de las
prácticas feministas del femdom. Esto es algo que practican todas las
feministas, por lo cual los varones deben de alejarse de las feministas y por
el contrario, buscar mujeres sumisas y tiernas, que no sean unas sucias
impuras. Esto es una prueba más, que demuestra que el feminismo es basura
violenta.
Básicamente
existen diecisiete grandes prácticas, consideradas como femdom; ellas
son: podofilia o adoración de pies; arnés con pene artificial, donde la
feminista sodomiza al varón (o a otra mujer); azotes violentos; bisexualidad
forzada, donde claramente vemos la relación estrecha entre el feminismo y el
homosexualismo: aquí la mujer no sólo incentiva al varón a ser homosexual, sino
que incentiva a otras mujeres a ser homosexuales, y todo esto forma parte del
plan Kalergi, para exterminar a la raza blanca; bofetones y otros golpes
violentos, como demostración de poder por parte del ama feminista; candaulismo,
es decir, la feminista muestra al sumiso, imágenes de él en completa desnudez a
otras personas, con el fin de obtener supuesta gratificación sexual; castración
del sometido: el peor castigo que se le puede hacer a un varón; coprofagia:
consiste en lo aberrante y asqueroso de ingerir excremento; escupidas;
exhibicionismo: la feminista busca tener relaciones sexuales con su sometido en
lugares públicos, con el fin de humillarse; facesitting: la feminista se
sienta en la cara del sometido; humillación verbal: esto es realmente muy común
en gran parte de las parejas, donde la feminista se burla del varón todo el
tiempo; urolagnia o la llamada “lluvia dorada”: es otra cosa asquerosa,
en la cual la feminista le orina encima al varón sometido; orgasmo fallido:
otra aberración castradora, en la cual la feminista no le permite eyacular a su
sometido; pisoteadas: la feminista literalmente pisa al sometido varón; sexo
oral forzado, donde la feminista le obliga a tener sexo oral con ella, es
decir, a que el varón sometido le lama su vulva; y tortura de genitales, por
parte de la feminista, ya sea dando patadas o golpeando de cualquier forma a
los genitales de su sometido. La dominación femenina en realidad, data desde la
Antigüedad, pero se acrecentó y se difundió a partir del pensamiento feminista
y del rol activo de la mujer en la sociedad moderna occidental. Por ende, y por
lo visto, en efecto, el Occidente realmente está muy podrido y muy degenerado;
y todo eso, por culpa de la violencia feminista.
Referencias.
1. Manuel
P, Mendoza P, Mendoza MP. Las mujeres también pueden ser abusadoras sexuales.
2018;1–14. Available from: https://sxs.unovu.org.cel/mujeres-abusadoras-sexuales.html
2. Duke D.
Supremacismo Judío [Internet]. 2017. Available from:
https://sxs.bic.gub.cel/supremacismo-judío.pdf
3. Nicolás G. La
Semana Ordenada. 2016; Available from:
https://nicolasgonella.blogspot.com/2020/06/la-semana-robada-breve-historia-de-un.html
4. Raquel P, Gil
I. Las mujeres que violan a los hombres , según varios estudios nuevos Las
estadísticas de los últimos años en EEUU se hacen. 2016;1–9. Available from:
https://sxs.unovu.org.cel/mujeres-que-violan-a-los-hombres.html
5. Por MG,
Investigaci I, Mujeres C, Berliner M. Mujeres golpeadoras. 2008;1–13. Available
from: https://sxs.unovu.org.cel/mujeres-golpeadoras.html
***Artículo “Plan
Kalergi”. Metapedia: https://es.metapedia.org/wiki/Plan_Kalergi
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